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El peso de complacer

A veces, por más que nos esforcemos, sentimos que nunca es suficiente. Damos, cedemos, nos amoldamos a las expectativas ajenas, esperando esa aprobación que parece siempre escaparse de nuestras manos. En la búsqueda de agradar, terminamos perdiéndonos a nosotros mismos, atrapados en una carrera interminable por cumplir con lo que otros esperan. ¿Te pasa?

Hoy quiero dejarte este bello poema ya que considero que es un reflejo de ese desgaste silencioso, de la fatiga de intentar ser todo para todos y de la dolorosa sensación de que, sin importar cuánto hagamos, nunca es suficiente. Pero también es un llamado a soltar esa carga y a recordarnos que nuestro valor no depende de la validación externa, sino de nuestra propia aceptación.

Deseo que pueda ser motivo de reflexión en tu vida para comenzar a reencontrarte con vos, con tu esencia.

RESPIRAR
Se sentaba en la parte de atrás y decían que era tímida,
Lideraba desde el frente y odiaban su orgullo,
Le pedían consejo y luego cuestionaban su guía,
La tildaban de ruidosa, luego se sorprendían por su silencio,
Cuando no compartía ninguna ambición, decían que era triste,
Así que les contó sus sueños y dijeron que estaba loca,
Le dijeron que la escucharían, luego se taparon los oídos,
Y la abrazaron mientras se reían de sus miedos,
Y ella escuchó todo pensando que debía,
Ser la chica que le dijeron que fuera lo mejor que pudiera,
Pero un día se preguntó qué era lo mejor para ella misma,
En lugar de intentar complacer a todos los demás,
Así que caminó hacia el bosque y se paró con los árboles,
Escuchó el susurro del viento y bailó con las hojas,
Habló con el sauce, el olmo y el pino,
Y les contó lo que le habían dicho una y otra vez,
Les dijo que sentía que nunca era suficiente,
Era demasiado pequeña o demasiado grande,
Demasiado ruidosa o demasiado callada, demasiado feroz o demasiado débil,
Demasiado sabia o demasiado tonta, demasiado audaz o demasiado sumisa,
Luego encontró un pequeño claro rodeado de abetos,
Y se detuvo… y escuchó lo que los árboles le dijeron,
Y se sentó allí durante horas sin querer irse,
Porque el bosque no dijo nada, solo la dejó respirar.


~ Becky Hemsley ~

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